Domingo 14 de Octubre 2018
Tokio, Pieza para un solo atleta
“¡El que quiere, puede!”, se repite Rubén con insistencia, y agita los
brazos en una carrera frenética. Da vueltas. Su mundo es un círculo: una
pista sostenida por delgados y frágiles hilos. Un universo hecho a
medida, sobre la arquitectura invisible de su voz. Pero, ¿es su voz? ¿Su
mundo? ¿Qué distancia lo separa de otros mundos? ¿Queda lejos Tokyo?
¿Queda lejos el amor? La conciencia es demasiado parecida a una
pantalla, y no es tan fácil mirarla de frente. “¡El que quiere, puede!”, se
repite Rubén con insistencia, y agita los brazos en una carrera frenética.